Rivera: Llevaba a su hija a la iglesia, después abusaba de ella en un campo

Un hombre de Rivera fue condenado a cuatro años de prisión tras ser declarado culpable de abusar
sexualmente de su hija cuando ella era menor de edad. Los actos de abuso, que ocurrieron en un descampado cercano a la iglesia que ambos frecuentaban, revelan una grave traición de confianza y una manipulación que dejó profundas cicatrices en la joven víctima.
Los hechos salieron a la luz en septiembre de 2019, cuando la adolescente, que en ese momento tenía
16 años, encontró la fuerza para confesar a su madre y hermana los abusos que había sufrido un año antes.
El agresor, utilizando su autoridad y cercanía, cometia los delitos en un lugar aislado cerca de su iglesia, un espacio que debería haber sido de seguridad y paz para la joven. Luego de los actos, intentaba garantizar su silencio mediante regalos de ropa, una estrategia que ejemplifica la crueldad y el control que ejercía sobre ella.
La revelación de la joven fue el primer paso en un proceso que llevó a la madre y la hermana de la víctima a presentar de inmediato una denuncia ante las autoridades policiales. La intervención rápida y decidida de la familia permitió que la Fiscalía
Departamental de Rivera de 1° Turno iniciara una investigación exhaustiva, que culminó en la condena del agresor.
El juicio reveló la naturaleza repetida y agravada de los abusos, que fueron cometidos por un ascendiente en contra de una menor de edad, lo que intensificó la gravedad de los delitos. La Fiscalía logró probar los cargos en contra del acusado, quien fue sentenciado como “autor penalmente responsable de reiterados delitos de abuso sexual agravados por la condición de ascendiente de la víctima y por ser esta menor de dieciocho años.
La sentencia marca un paso importante para la joven víctima, sino también para la comunidad de Rivera, que ve en este caso una reafirmación de la importancia de denunciar y enfrentar los crimenes de abuso sexual. Aun cuando las heridas emocionales y psicológicas pueden tardar en sanar, la condena ofrece a la víctima y su familia una medida de justicia y la posibilidad de empezar a reconstruir sus vidas.
Este caso subraya la importancia del apoyo familiar y comunitario en la lucha contra los abusos sexuales, así como la necesidad de que las instituciones trabajen de manera eficaz para proteger a los más vulnerables. La condena del agresor es un recordatorio de que estos crímenes no quedarán impunes y que las víctimas tienen derecho a ser escuchadas y a obtener justicia.