Jornal A Plateia

Um cubano no Brasil

Miguel Hernandez resolveu lutar pelos sonhos aos 63 anos de idade

Miguel Rafael Pereira Hernandez é cubano, tem 63 anos de idade e está em busca de uma nova vida, uma oportunidade e de, finalmente, poder contar sua história.
Miguel chegou até a Redação do Jornal A Plateia com a ajuda de um amigo do uruguaio, que tinha conhecido há poucos dias. Na bagagem: poucas roupas e livros, estes últimos os maiores patrimônios que pode tirar de Cuba, seu país natal. Miguel viveu muitos anos sob um regime que considera opressor e sem a chance de publicar seus escritos, na maioria, poemas, contos e novelas. “A Censura se tornou um departamento constante em cada lugar de Cuba” e Miguel, o jovem senhor, ousou recomeçar a vida em outro país.
Foi no final de maio que, depois de juntar suas economias e com a ajuda de homens que fazem a travessia entre fronteiras, que Miguel deixou o território de Cuba em busca do Brasil. Contador por formação, com faculdade, fé e convicto de que a felicidade estava em terras distantes, Miguel empreendeu uma jornada pela selva até chegar em Porto Alegre e depois em Santana do Livramento.
“Eu e mais um jovem cubano atravessamos a selva, enfrentamos uma longa viajem de carro, enfrentamos a chuva, o frio, contratempos e surpresas até que chegamos em território brasileiro”, disse. Na cidade de Boa Vista, Miguel não queria ser clandestino e procurou a Imigração para apresentar-se, mostrar seus documentos e dizer seus propósitos. Conseguiu autorização para ficar no país e já na Fronteira da Paz protocolou o pedido de CPF e Carteira de Trabalho com ajuda de uma advogada e agora sonha com a oportunidade de recomeçar e mostrar sua capacidade para o trabalho. Enquanto luta esta última batalha, Miguel escreveu a história de sua viagem, um total de 18 páginas que o Jornal A Plateia publicará em quatro capítulos.
Nesse Conto de realidade, Miguel escreve e resume os sentimentos, dramas e acontecimentos da viagem e dos primeiros 30 dias em território brasileiro e espera que, assim, os fronteiriços o conheçam e alguma porta para um futuro melhor.

CAPÍTULO 01

No. O ¿Si escape de Cuba?

“Auxiliooo…, auxiliooo…, auxiliooo… !Me ahogaba en el Río Essequibo! Tendido boca arriba, en la cama de una habitación de la Posada Central en Santana do Livramento; nadie acudió a mi llamado. No sé si esos gritos los hice dormido o ya despierto. Sobresaltado. Confirmé la idea de escribir la historia de de mi recorrido desde Cuba hasta la frontera de Brasil y Uruguay.
A las ocho de la noche del 30 de marzo de 2018 comenzamos la travesía desde Georgetown, capital de la República Cooperativa de Guyana hasta hasta Lethem, pueblo cercano a la ciudad brasileña de Bonfim. Para mi, la selva amazonica guyanesa es el tramo más riesgoso del viaje que debía durar entre 16 y 18 horas, pero estuvimos por el camino 26. El chofer era esperto en caer en los baches llenos de agua, pero salía de ellos con más facilidad de como caía. No supe la distancia exacta que separa las dos ciudades, pero por el más elemental cálculo matemático si consideramos que por ese camino un microbus de la marca Toyota puede viajar a una velocidad promedio de 75 kilometros por hora, y si el tiempo previsto para recorrerlo es de 17 horas, se puede determinar que la distancia recorrida entre las dos ciudades fue de apróximadamente 1275 kilometros. Dicen los mapas que el viaje más corto es de 10 horas con 44 minutos a través de 579, 4 kilometos. Estoy seguro que ese no fue el camino que seguimos.
En el Van con plazas para 14 personas iba recargado: 8 cubanos, 5 guyaneses o haitinos. No se. El chofer y un ayudante. Los cubanos nos indentificamos entre si, pero no mantuvos dialogos con las personas que para nosotros eran extranjero. En un momento del viaje, al amanecerr del dia 31 de mayo se me ocurrió la idea de describir los pormenores del viaje.Todos los cubanos me darían sus nombres y lugar de procedencia: Gerson de la cudad de Holguín, Santiago de Sagua de Tanamo y Adrián de Mayarí en la provincia de Holguín, Yeral y Fidel de la ciudad de Matanzas, Luis y Isismila de Manzanillo en la provincia de Granmma y yo, Miguel Rafael Pérez Hernández de la ciudad de Holguin. A medida que nos adentrabamos en la selva nos sentiamos mas euforicos, digo, contentos. Salimos de Cuba con la promocionada idea de comprar ropas, zapatos y otras pacotillas para revenderlas en la isla. A eso se dedican un grupo de cubanos que aprovechan las posibilidades que ofrece el gobierno de Guyana de permitirles a los ciudadnos de mi país entrar en el de ellos sin visado previo. Las autoridades de Cuba se hace de la vista gorda ante esa situacion y auque se comenta entre los viajantes que Cuba ha solicitado al gobierno de Guyana eliminar el libre visado, el último no ha cedido; toda vez que esos viajes constituyen una fuente de ingreso en dólares para Guyana. En Cuba se acusa a los ciudadanos comunes a ser indisciplinados sociales, sin embargo, en Guyana se comportan bien y asi lo ha recone hasta el propio gobierno guyanés.
Mis limitaciones a mencionar nombres de las personas que en Cuba y Guyana cooperan con los escapes de cubanos hacia el Sur es para la seguridad de ellos. Existen, en Cuba, una serie de especulaciones, sobre todo a los que viajan por primera vez. En mi caso sería la primera y la última: Esas expeculaciones y la experiencia de más de 60 años de vida bajo bajo el Sistena Comunista me dio miedo, mucho miedo: invadieron mi mente los sucesos de la decada de los 70´s y 80´s. En ese tiempo el gobierno cubano acordó con los gobiernos de la Alemania Socialista, (este del Muro de Berlin), Bulgaria (socialista) y Chescolovaquia (socialista) enviar trabajadores de Cuba allá. Yo hice la solicitud, pero como no era militante de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba no me permitieron ir. Años más tarde, en conversaciones con conocidos que sí viajaron porque cumplían con la condicón, me percaté que esas personas, por el trabajo que realizaban y la miseria de los salario que les pagaban, eran mano de obras baratas. Muchos de ellos renegaban mis argumentos, pero a la mayoría se les aclaró la mente y aplaudieron la forma de yo ver las cosas. A mi me quedó la satisfación del entendimiento y de no participar en esa infamia.
Tras cumplir yo los 8 años de edad, en 1963, y durante el paso de ciclón Flora por el oriente del país, el Gobierno Comunista de Cuba aplicó la Segunda Ley de Reforma Agraria y con ella la intervención forzoza de las propiedades de mi abuelo don Ramón Hernandez de la Peña, quien hizo prósperar con el esfuerzo mancomunado de la familia la hacienda heredada de su padre Juan Hernández Benitez, quien era natural de las Islas Canarias, España, y, reza en el acta de defusiíon del Registro Civil del municipio de Gibara, provincia de Holguin, Cuba, que en dicho registro civil consta que esa personara era de profesion propietario, que dejó bienes y otorgó testamento.
A esa corta edad ver sufrir a mi abuelo, quien me alimetó y cuido siempre, era ver las injusticias que el regimen implantado en mi país aplicaba a las personas trabajadoras y honestas. Desde ese momento mi inteción fue escapar. Toda vez que esas expropiaciones se hacian a punta de fusiles (PPCH), de repetición y cargadores de 30 balas, de fabricación chescolovaca. Los interventores llevaban consigo varios de aquellos cargadores como respuestos y hacían prácticas de tiros con las vacas, los cerdos y las aves expropiados al abuelo. Estudiar y trabajar en Cuba me confirmaban continuamente que mi decisión infantil no estaba errada. Lo cierto es que la confirmé 55 años más tardes. El por qué no lo hice antes puede ser el tema de otros comentarios.
El 18 de abril de 2018 compré por 785 dólares, en la oficina de CopaAilines en Holguín el pasaje para Georgetown, Guyana, con la convicción de que no regresaría a Cuba. !Mi decisión estaba confirmada!. El 19 de abril adquirí el pasaje en avión de Holguín a la Habana (desde donde partiría), para el domingo 27 de mayo. Pero ese día el vuelo para la capital no salió El mal tiempo por los efectos de la ¨Tormenta Tropical Alberto¨ fue la ¨causa mayor¨ por lo que Cubana de Aviación no garantizaba otro medio de transporte para los afectados y solo devolverían el importe del pasaje. Recibí el avisó a las dos de la tarde y a esa hora un amigo me transportó hasta la Terminal de Ómnibus Naciomales. El anuncio de que una camioneta saldría para la Habana en cuanto estuviera completa de pasajeros lo recibí muy bien. ¿Me acompañó la suerte? Yo estaba seguro que fue la mano de Dios. Los vuelos dentro del país estaban suspendidos tras la tragedía del 18 de mayo. Ese suceso mantenía en tensión a todas las personas que teniamos pasajes reservados para aviones. El camión salió a las 4 de la tarde y por el valor de 10 dólares nos llevó hasta la Terminal de Lista de Espera en la Habana Vieja. Llegué a la casa donde tenía resevada una habitación hasta el día del embarque, cerca del Aeropuerto Internacional, en un taxi, otros 10 dólares, a las siete de la mañana: 20 dólares, más los 7.50 dólares por la irrecuperacionn del importe del pasaje en avión desde Holguín, fueron 27.50 dólales de gastos adicionales por la ineficiencia de la Empresa Cubana de Aviación. Pero como yo pensaba ir para Brasil a solicitar Refugio y comenzar una nueva vida no tuve en cuenta esa nimiedad. Consideré que ese dinero la había ganado con los benefiosos cambios de CUC (Pesos Cubanos Convertible) a dólares americanos. El hospedaje, la alimentación y el traslado hasta el Aeropuerto Internaciinal me costó lo previsto (50 dólares).
Es obligatorio para salir de Cuba comprar pasaje de ida y regreso. El viaje por CopaArlines vía Panama se confirmó el 29 de mayo a las 6:20 de la mañana, con el regreso previsto para 14 días depués, el 11 de junio de 2018 a las 2:39 de la tarde. Sobre las expeculaciones de las personas que habían viajado o pretendían viajar respecto a las salidas del país me convencí que muchas eran infundadas: que si no podias llevar más de 5 mil dólares (en la aduana no me preguntaron, ni revisaron cuanto dinero llevaba); que si llevabas equipajes abultados no podías salir porque pretendias emigar (en la aduana apenas pesaron el equipaje, la pesquisa necesaria y, aparentemente, directo al área de carga del avión. Ni una pregunta al respecto). Miedo, mucho miedo, a la hora de pasar por el servicio de inmigración, pero aquel personaje se mostró cortés y solo me preguntó por el lugar de destino final y como yo le dije que regresaría a Cuba en pocos días, hizo los tramites de rutina y me dejo pasar. Me pareció ingenuo la revisión del equipaje de mano, me preguntaron por los libros que llevaba, me hicieron abrir el portafolio, los revisaron y ya. Comencé a sentirme libre una hora más tarde al subir al avión. Llamaron por mi nombre y nos presentamos dos personas, pero el deportista fue quien tuvo derecho a la primera clase; me quedó el placer de conocer a un tocayo de nombre y apellido. La libertad comencé a reafirmarla minutos despues cuando desde mi posicion en el asiento 25C de la CopaArlines, el Boing despegó a la hora prevista del aéropuerto Internacional ¨José Martí¨.de la Habana. El mal tiempo por los efectos de la ¨Tormenta Tropical Alberto¨ en la región central del país, que destruyó el puente sobre el Río Zaza, en la provincia de Santi Spiritud, ni las pertinaz llovizna sobre la capital, ni el reciente desastre por la explosion de un avión de Cubana de Aviacion (más de cien fallecidos) con destino a Holguñin, el pasado 18 de mayo impidieron que el vuelo 295 de CopaAirlines saliera a la hora prevista. El despegue fue sereno, aunque preocupante para la mayoría de los pasajaros por el reciente desastre del avión de ¨Cubana¨, pero a medida que el avión tomaba altura y se acercaba al primer destino, el temor fue aplacándose. El trasbordo en Panama para Guyana fue fácil y ya los cubanos que seguiamos por ese camino sentimos más seguridad..”
Autor: Miguel Rafael Pereira Hernandez.
*Continuará na próxima edição.
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